Alberto Savino, escritor y pintor italiano, se refería a la isla de Capri como «uno de los puntos más magnéticos del universo», y tenía razón, ya que Capri, tanto ayer como hoy, atrae de forma irresistible a viajeros y celebrities de todos los rincones del planeta.
Esto ya que la combinación de tierra, cielo, mar y luz creada por la naturaleza en este inmenso escollo que emerge de los abismos es un auténtico milagro.
Las cuevas marinas, los farallones de formas extraordinarias, el verde de la vegetación en las empinadas paredes rocosas, los incomparables panoramas, los ecos artísticos y literarios y su exuberante mundanidad la convierten en la más soñada y celebrada de las islas.
El primer personaje ilustre que se dejó seducir por Capri fue el emperador romano Tiberio, que optó por transcurrir aquí los últimos años de su vida.
Pero, para convertirse en el célebre icono de estilo que es hoy en día, Capri tuvo que esperar hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando escritores, poetas, artistas, directores y actores hicieron de ella una residencia de nicho y un mito para todas las décadas que habrían de sucederse.